Dea vive en un municipio de la Costa Dorada y, por el contrario, su pasión es la montaña. “La naturaleza, la tranquilidad, la desconexión…”, un espacio, comenta, que comparte con la pareja; con Rocky, un mastín mezclado, y con otros miembros de la familia. La experiencia depende de la época del año y va desde recoger setas hasta los baños en las cascadas o el contacto con la nieve. Además, nunca faltan las rutas y el senderismo.